Cuando la criatura se sintió con fuerzas, pisó la cálida arena.
Avanzó unos metros, mientras a su paso dejaba un gran rastro húmedo. A lo lejos, lo vio, tan guapo como siempre, echó a correr y se tiró en sus brazos. Estaba conmocionada, pero su interior fuerza maligna la controlaba, así que decidió hacerlo. Clavó sus afilados dientes en su cuello, y regresó al agua donde realmente estaba su inexistente mundo.
-Sara García, 4º B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario