miércoles, 4 de febrero de 2015

Las cuevas del Águila - Irene Hernádez


El pasado 6 de noviembre visitamos las cuevas del Águila en Arenas de San Pedro, Ávila.
Las cuevas estaban a 2 horas de Madrid y cuando pasaron esas 2 horas llegamos a Ávila. La primera impresión fue un poco artificial por los escalones, las barandillas y las luces pero aun así aprendimos mucho. El monitor nos contó que esas cuevas fueron descubiertas el 24 de diciembre de 1963 por un chico que estaba observando pájaros y por casualidad encontró una entrada a la cueva. Rápidamente llamó a unos amigos y con una linterna y un candil entraron. Al rato la linterna se fundió y la llama del candil se apagó. Por ello estuvieron mucho tiempo en la cueva a oscuras intentando encontrar la salida. También nos explicó la diferencia entre estalactita y estalagmita y que intentaramos no tocar nada por que el agua cae de la estalactita creando estalagmitas y que si lo tocamos nos llevamos los minerales y las estagmitas no crecen. Además nos enseñó que en esa cueva no puede haber más vida que unas simples algas y que dentro de millones de años la cueva podría quedar cerrada debido a que las estalactitas y las estagmitas se junten y formen columnas que cierren la cueva. Al salir de la cueva nos fuimos a una iglesia que pudimos ver por dentro. Después comimos y nos dieron tiempo para ver el lugar. Antes de irnos subimos a ver las vistas, como era cuesta arriba había un coro de gente quejándose. Bajamos la cuesta nos montamos en el autobús y nos fuimos a Madrid.
Por último tengo que decir que esta excursión me gustó mucho y me pareció muy interesante.

Irene Hernández, 3ºA

lunes, 2 de febrero de 2015

Índice: Relatos cortos y microrrelatos.

A
G

Sirenia - Sara García (microrrelato)

Cuando la criatura se sintió con fuerzas, pisó la cálida arena.
Avanzó unos metros, mientras a su paso dejaba un gran rastro húmedo. A lo lejos, lo vio, tan guapo como siempre, echó a correr y se tiró en sus brazos. Estaba conmocionada, pero su interior fuerza maligna la controlaba, así que decidió hacerlo. Clavó sus afilados dientes en su cuello, y regresó al agua donde realmente estaba su inexistente mundo.

-Sara García, 4º B.

Cuando volví a sonreír. - Victoria Arbás Benavides.


Creo que si me preguntaras el momento en que volví a sonreír, te lo contaría juntando todos los detalles. Te podría decir que el cielo estaba gris, que no había estrellas aunque si miles de deseos, que la brisa era fría, que podía escuchar cada palabra y descubrir mil cosas ocultas detrás de cada una. Que me fui a dormir tomando decisiones que me mataban de miedo, pero a la vez me hacían sentir algo que no podría escribir. Si me preguntaran ahora, diría que el tiempo no ha pasado y que no soy capaz de encontrar las mismas cosas en otro ni aunque recorra millones de kilómetros; que hay tantas manos y tantas caricias,... pero el aire siempre se acaba llenando de las suyas. Yo necesito ese complemento que dé gas a mis alas, el ingrediente secreto que se esconde solo debajo de la almohada. Y es que al fin y al cabo, todos llevamos ese nombre de alguien escondido en cada sonrisa.

Victoria Arbás Benavides, ex-alumna.

El mejor chico del mundo - Victoria Arbás Benavides

Un día me preguntaron cómo es el mejor chico del mundo. Querían mi opinión, saber mis gustos. Desde un principio  tenía claro  qué responder ¿Qué he respondido? Lo siguiente:

El mejor chico del mundo para mi es aquella persona que me ama desde el nacimiento, que día a día se alegra de que haya aparecido en su vida. Una persona a la cual todo el mundo  respeta. Ese chico perfecto es bello, inteligente, sabio y bastante maduro; una persona especial, el único que me saca de mis casillas, el que sin querer me priva de libertad, el que me sobreprotege. ¿El mejor chico del universo? Es aquel  al que le cuento mis mayores miedos,  como el de perderle sin  yo estar preparada. El mejor chico de mi vida es el hombre más maravilloso del mundo;  atento a mis males; el que me cuida cuando mi salud es neta, el que está a mi lado cuando sufro,…. Podría seguir pero ahora te dejo pensar y que me digas si tú piensas lo mismo que yo.

-Victoria Arbás Benavides, ex-alumna.